Tú eres biólogo de formación, pero también haces de payés. ¿te viene de familia?
Mi bisabuela tenía muchas tierras, y claro, se acabaron repartiendo. A mi abuela, por ser mujer, le dieron dos finquitas, y otra donde vivir. A los otros hermanos sí les dejaron más hectáreas y possessions (nombre que se le da a grandes fincas en Mallorca), pero no me quejé porque lleva mucho trabajo una possessió. Su marido, mi abuelo, hizo siempre de camionero y hacía viajes de agua. Y la suya, era una familia de comerciantes de Es Capdellà que llevaba el estanco del pueblo. Él acabó cuidando del campo obligado, por así decirlo. Y mi abuela le decía: «si tenemos campo, tienes que poner animales». Así tuvimos cerdos, gallinas, ovejas, gansos… ¡bueno, de todo! Y esto ocurrió cuando ya estaban a punto de jubilarse; se mudaron del centro del pueblo al campo, y mi hermano y yo hicimos de peones.
¿Tienes buen recuerdo?
Yo me he criado con ellos desde pequeño, porque ya me gustaba mucho el campo y lo pasaba muy bien. Todos estos algarrobos los sembré con él, porque aquí, antes, había sobre todo viña y olivo, y él iba replantando con algarrobo. Recuerdo estar en el remolque, manguera e ir regando. Si ahora los viera que ya tienen toda esta algarroba… Es decir, que no vengo de familia campesina, éramos tres novatos: el abuelo (que no era ningún experto) con los dos nietos pequeños manteniendo la finca. A mí me gustaba mucho la naturaleza y lo que me enganchó del campo eran los animales, porque eso era un popurrí de bichos maravilloso. Me lo pasaba pipa. Yo era el encargado de mover las ovejas de donde vivían ellos hasta las otras fincas. Eran unos tres kilómetros y recuerdo como hacía estrategias para guiarlas por caminos. Me encantaba. Lo que no me gustaba tanto era limpiar los establos, cosechar la algarroba (ríe).
Tú no tomaste el relevo de repente. ¿Querías hacer otra cosa?
Aunque yo nunca he sido mucho de estudiar, mi padre quería que fuéramos a la Universidad, porque él es profesor. Y cuando llegó el momento de elegir, tenía claro que si iba a hacer una carrera, sería veterinaria o biología. Como me gustaban los animales y miraba mucho los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente, quería ser un manescal (veterinario) o alguien como Félix. Por una décima no entré en veterinaria. Ahora, con perspectiva, estoy feliz de haber hecho biología. Y eso que en un principio fue algo decepcionante, porque zoología era una sola asignatura muy genérica, pero al final me acabó enganchando. Aunque no me gustaban las plantas, me aburrían, me he acabado haciendo botánico. Es curiosa la vida, al final lo que no te gusta te acaba cautivando. Fue sobre todo a raíz de estar dos años en Salamanca, con un gran profesor, que nos llevó por la península y a mí me descubrió la gran biodiversidad de flora, hasta dejarme flipando en colores. Esto también influyó en mi visión sobre el campo.
¿Cuándo cogiste la finca, finalmente?
La finca siempre me estiraba. Pero la carrera me llevó a dejarla en un segundo plano, porque me he movido mucho. Después de Salamanca quise hacer investigación y se me juntó con la tesis, que me llevó a Tenerife y Chile. Aquí tenía un rebaño de ovejas, que básicamente aprovechaba y vivía del bosque y el encinar. Yo hacía lo que podía cuando venía. Al terminar la tesis topé con la realidad de la investigación: si quería seguir tenía que partir fuera y volver después de muchos años a luchar por tener una plaza aquí. No era para mí aquella vida. Decidí volver. Y encontré trabajo en el Ayuntamiento. Fue cuando tuve la oportunidad de poder coger la finca ya en serio, que era lo que siempre me había apetecido.
Sin animales no podemos hacer una agricultura rentable
¿Cómo fue el inicio?
Esto era un desierto. El desierto de Atacama. Tener animales sin mover me había compactado la tierra y todo eran albones. Pero encontrar una finca degradada y castigada me motivó mucho a ir recuperándola poco a poco. Aunque soy botánico, mi tesis es más de ecología y esto hizo que me interesara por la relación entre las especies. Vi pronto que el campo es ecología aplicada. Me entusiasmó. Porque cuando investigas, después del trabajo de campo, son años de analizar datos y escribir papeles científicos… y no me gustaba esa parte. Aquí el tiempo pasa volando y vas haciendo pruebas y viendo resultados. Bien, esto sería el año 2016. De repente, cuando estuve estabilizado aquí, tuve claro que debía inscribir la finca en el CBPAE y hacer un tipo de manejo dirigido a recuperarla.
Tienes de vecino a Xesc Sans, ganadero y campesino eco, que es tu familia. ¿Ha sido un mentor también?
Claro, he tenido mucha suerte de tenerle cerca. Yo tenía algunos conocimientos y quería hacer las cosas bien, pero nunca he sido buen payés. Desde muy joven él me ha ido enseñando cositas. Él me decía: «te enseñaré a hacer un margen, lo haremos juntos, pero sólo te enseñaré a hacer uno». A veces también hemos hecho tratos, como yo le ayudaba dos horas y él una. Porque aparte de ayudarme, me daba conocimientos, como con los injertos, por ejemplo. Empezar ha sido una mezcla de aprendizaje, mucha experimentación y errores. Me gusta mucho probar cosas, he hecho muchos manejos diferentes en diferentes zonas para ver realmente lo que funciona.
De hecho, una pregunta que me han dicho nuestros técnicos que debemos hacerte es, si recomiendas o no labrar los algarrobos.
Yo veo claro que no. A los almendros, como no lo veo claro, me gusta hacer algo intermedio: labrarles una parte, en la zona de absorción, pero dejar tiras sin labrar. Con los almendros jóvenes, sin duda sí, debe labrarse, pero en las líneas de en medio no lo hago y así también hay pastos para los animales. En algarrobo, en cambio, veo clarísimo que van mejor sin labrar, porque cuando lo hacemos les quitamos todo el mantillo vegetal. Es un árbol que lo que hace es regenerarse a sí mismo su suelo; con toda la hojarasca que tira y las algarrobas. Esa cobertura le hace bien, porque mantiene la humedad.
¿Su finca sería un ejemplo de finca tradicional de montaña?
Sí. Hago los tres cultivos leñosos tradicionales y busco un equilibrio entre los tres. Porque, por ejemplo, si desciende el precio de la algarroba y no tienes nada más estás muy comprometido. Los cultivos los reparto según la tipología del terreno. En las tierras delgadas tengo los algarrobos, en las más hondas sólo he puesto almendro. Y nunca he sembrado olivos, porque lo hago por injerto. Donde sale un acebuche, si me gusta, lo injerto y hago los alrededores limpios. Esto lo aprendí de Xesc, que lo hace igual. También tengo un par de figueras, mantengo zonas de encinar y los animales, claro.
Si abandonamos las zonas agrarias, perdemos una biodiversidad increíble y empobrecemos los ecosistemas
Antes me has contado cómo tu abuela no entendía el campo sin animales. ¿Tú ahora piensas lo mismo?
Yo primero las tenía porque me gustaban mucho. Y cuando murió mi abuelo, el hecho de llevar yo el rebaño, también me motivaba. Luego ya he ido aprendiendo que es una herramienta de trabajo increíble, pero depende de cómo hagas el manejo. Si las llevas bien, fertilizan, mejoran el suelo y limpian. Además, en una finca de montaña son muy importantes porque no puedes quitar a mano todo el acebuche, por ejemplo. Pero como decía antes, cuando estuve temporadas largas fuera, hacía daño. Al final sólo quedaban las hierbas que no se comían. En definitiva, nos ahorran mucho, no debemos fertilizar, quitan horas de trabajo y combustible. Sin animales, al menos en fincas así, no podemos hacer una agricultura rentable , y además dan mucha vida.
¿Qué es lo que te interesó del manejo holístico?
Yo descubrí el manejo holístico a partir de un libro, que me llevó a investigar más, hasta llegar a autores como Savory, y ya vi que quería implementarlo. Lo que me atrajo era que con un buen manejo de los animales puedes incrementar mucho la fertilidad de la tierra. En mi caso esto supone que los árboles sean más productivos, que es lo que me hace ganar dinero o al menos empatar a final de año. Cuando vino Gonzalo Palomo a realizar el curso que organizó APAEMA, no me lo perdí. Es de los cursos que más me ha gustado realizar, porque no era sólo teórico. Consistía en hacer un diseño para tu caso real, en tu finca, y además después nos venía a realizar una visita para resolver dudas o encontrar ideas de cómo implementar la teoría en nuestra realidad. Un tiempo después recibí una llamada para formar parte de PASTURE+, como botánico, y dije que sí un poco sin pensar. Porque así como está el mundo de la investigación creía no nos lo darían. Y mira, aquí estamos (Ríe). Ha sido muy intenso pero muy provechoso.
Hablamos ido del proyecto Pasture +, nuestros socios ya lo deben conocer. Pero acaso nos puedes adelantar tu valoración de lo que llevamos de proyecto.
Sí, ya se nota la mejoría. Vamos por el buen camino. En Mallorca somos de los que más fincas experimentales tenemos, y claro, cada finca es un mundo. Para algunas ha supuesto un gran cambio y otras ya hacían algo similar. Lo que ocurre es que son cambios que van muy despacio. En el proyecto intentamos métodos de acelerar estas mejoras, pero la naturaleza necesita su tiempo. Por ejemplo, los pastos perennes van colonizando, pero no es de un año para otro. Estos tipos de proyectos, que duran más, son importantes porque hacen que muchos nos acabemos echando a la piscina, no es un estudio puntual, sino que durante cuatro años estamos trabajando y cambios de forma conjunta y con asesoramiento.
¿Qué es lo que más te gusta del proyecto?
Poder tener tiempo de registrar todos estos cambios. Porque al final yo, y todos, vemos cambios, pero no tenemos tiempo de registrarlos porque nos come el trabajo. Esto es una buena oportunidad para que todos los agricultores lleven este registro. Y no sólo eso, sino que compartimos una única metodología de recogida de datos, todos iguales, y esto será clave para demostrar la eficiencia de este tipo de manejo para mejorar el suelo y obtener mejoras de productividad. No por poder escribir artículos sino por tener certeza de que ha ido bien y que los agricultores que quieran hacerlo tengan datos e imágenes que le ayuden a decidirse por este manejo. Creo que tendrá un impacto muy importante.
¿Cómo mejorar la biodiversidad desde la agricultura?
A veces, en el Mediterráneo, no somos conscientes de la biodiversidad que tienen las fincas agrarias, y cuán importantes son para conservarla. Cuando empecé la carrera pensaba que sería ideal que la Serra Tramuntana fuera todo de encinares y bosques. Luego te das cuenta de que sería muy pobre en biodiversidad. Es necesario mantener el paisaje mosaico, es decir, que haya buenos bosques, matorrales, pastos y buenas zonas de cultivos. Además, resulta muy útil para controlar los incendios. Y por cualquier grupo de animales, ves que todos necesitan esos espacios abiertos. Con las aves esto es clarísimo. El mayor problema que tenemos ahora es que se están cerrando, y si abandonamos las zonas agrarias, perdemos una biodiversidad increíble y empobrecemos los ecosistemas . Al menos en la Serra, en el Pla acaso es todo lo contrario y allí se necesitan crear islas de zonas espesas.
¿Y cómo incrementamos la biodiversidad en nuestras fincas?
Tratando de buscar ese equilibrio. En mi caso particular, evidentemente la parte de encinar no la he tocado ni se me ocurriría, pero tengo una zona de algarrobos que era un pinar. Quité doscientos pinos gracias a una ayuda de recuperación de agrícola; y creo que son ayudas importantes por lo que hablábamos ahora. Me ha llevado un trabajo, pero para mejorar la biodiversidad aquí lo que debe hacerse es mantener los espacios agrarios porque al final el bosque va colonizando y va avanzando. Y tú debes realizar un control. ¿Y qué herramienta hay mejor que los animales? Cuando quité los pinos tuve durante dos años dos burras para ayudarme a limpiar, ahora ya lo puedo llevar con las ovejas.
¿Tiene mucho problema en esta zona con las cabras?
Hemos tenido problemas. Algunos vecindarios más que yo, pero basta con que te entre una durante unas horas y ya te hace un desastre. Hace poco me pasó y se comió un montón de almendros jóvenes, en un momento todo el trabajo que has hecho se va. Yo si veo una es cómo ver al demonio.
¿Qué es lo más te gusta de APAEMA?
He hecho formaciones que me han ayudado a mejorar muchísimo. Su oferta es muy buena y aterrizada, creo que ha sido clave para muchos que hemos empezado. La otra cosa que me gusta mucho es que se ponga en contacto personas que tenemos una misma filosofía de trabajar. Yo creo que cuando más se aprende es cuando conoces agricultores, vas a las fincas y ves que han hecho algo y coges ideas. La agricultura tiene algo guapo y es que no hay una sola manera de hacer sus cosas, sino que hay millones. Si no estuviera en APAEMA, sólo conocería a mis vecinos y no sabría que hacen por Llucmajor o Capdepera, porque ya somos socios de por toda la isla. Te sientes parte de un todo, apoyado y si tienes algún problema siempre tienes APAEMA que te dará una mano. Con PASTURE+ he aprendido mucho de todos los compañeros y ahora ya son amigos directamente. Además, así como van las cosas si no estás agrupado, no tienes fuerza.
¿Qué queda de aquel niño que quería ser como Félix, cuando estás en la finca trabajando?
Paso mucho gusto de la tranquilidad de estar aquí trabajando. La gente no entiende que me guste estar tantos días cogiendo algarrobas. Pero, mientras trabajo veo una araña de un color fosforescente que nunca había visto, levanto la cabeza y veo un montón de aves diferentes, estoy en un entorno privilegiado donde me siento en paz. Aquí somos conscientes de que la biodiversidad es una locura . Ya te digo, a mí lo que me gusta es la biología aplicada.
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