Por Paula García. Técnico de Investigación en Fundación Aland.
En un mundo donde el campo muchas veces queda fuera del foco político y mediático, dos encuentros celebrados en el altiplano granadino han demostrado que la ganadería extensiva no solo resiste, sino que piensa, se organiza y propone.
Primero fue Freila, en 2024, donde pastores, técnicos, representantes de entidades y personas vinculadas al territorio se reunieron para hablar del presente y del porvenir de la ganadería extensiva. El punto de partida: un sector en tensión, atrapado entre la precariedad y la necesidad de transformación. Pero también un sector que se reconoce como esencial para la salud del territorio, la soberanía alimentaria y la cultura rural.
El tono fue directo, crítico y propositivo. Se habló de mercados justos, donde el valor añadido no se escape en manos de intermediarios. Se pidió que los consumidores paguen un precio digno, que se fortalezcan las infraestructuras locales como mataderos o salas de transformación, y se reclamó la necesidad de una colectivización de los gastos como base para la sostenibilidad.
Entre obstáculos y oportunidades, surgieron palabras clave: cooperar en lugar de competir, superar el aislamiento, transformar la mirada individual para fortalecer el compromiso colectivo. Se señaló el capitalismo extractivo, las políticas que entorpecen en vez de acompañar, y una burocracia que, con frecuencia, convierte cualquier intento de innovación en una carrera de fondo. Ejemplos concretos: dos años para tramitar una sala de transformación o una quesería tradicional.
El encuentro también puso sobre la mesa una verdad incómoda: falta compromiso personal y social. Las rutinas, el miedo al cambio y el “qué dirán” son frenos invisibles pero potentes. “No queremos medallas, queremos realidades”, se escuchó en una de las intervenciones más aplaudidas.

Entidades participantes: Fundación Valhondo, Cicytex, Bedarbide, Fundación COOPRADO, AlVelAl, APAEMA, ALEJAB, Red de Educadoras en Paisaje, Ayuntamiento de Freila, ACTYVA, Ayuntamiento de Chirivel, AGAPA CAPADR, Asociación Pastores por el Monte Mediterráneo, Fundación Paisaje, Fundación Aland
Como contrapunto, se compartieron ejemplos de proyectos inspiradores, «fincas faro», redes activas, acciones educativas, y la posibilidad de crear una red permanente que supere la asistencia esporádica y se convierta en plataforma de acción compartida. Con ayuda de los ayuntamientos, se podrían materializar propuestas concretas: cesión de espacios para transformación y venta, creación de ecotasas para financiar los servicios ecosistémicos que ya realiza el sector ganadero, y una apuesta real por el kilómetro cero en los pliegos públicos.
El relevo generacional fue una preocupación transversal: muchos jóvenes ni se plantean la ganadería como una opción de vida, por el peso del trabajo, las dificultades burocráticas, el acceso a pastos, licencias, códigos… Y porque, en el imaginario colectivo, sigue instalada la creencia de que ser ganadero es sinónimo de sacrificio y escasa calidad de vida.
Un año después, en Castril, el foco se centró precisamente en el relevo. Esta vez con una mirada más clara: hay que tomar decisiones con la juventud, no por ella. Acompañar sus procesos técnicos, económicos y ambientales. Visibilizar el valor cultural, económico y social de la ganadería. Reforzar la cooperación. Hacer del campo un lugar de posibilidad, no de resignación.
Ambos encuentros coinciden en una idea de fondo: no hay transformación sin personas. La Red de Buenas Prácticas Ganaderas no se construye solo con ideas técnicas, sino con compromiso, educación y relato. Hace falta invertir en la pedagogía del paisaje, conectar escuelas y fincas, llevar la educación rural a todos los niveles. Que las excursiones no terminen solo en centros comerciales, sino también en explotaciones que cuidan el monte, crían con respeto y sostienen territorios enteros.
La conclusión de estas jornadas no es una hoja de ruta cerrada, sino un fuego encendido: ganas de seguir, de organizar, de crear. Porque más allá del diagnóstico compartido, hay una voluntad firme de cambio. Y porque, como se dijo al cerrar el encuentro en Castril, «vivimos en el desgaste, sí, pero también en la posibilidad de ser motor de algo nuevo”.
Con esa misma energía, ya se prepara el próximo encuentro, con la mirada puesta en reforzar la red y sumar nuevas voces al movimiento. Será un espacio en la feria Agroganadera de Huéscar, para definir acciones concretas, construir alianzas entre personas y entidades y seguir tejiendo una comunidad que piensa el campo desde lo colectivo, la dignidad y la sostenibilidad. La invitación está abierta: quien quiera formar parte del cambio, tiene espacio en la Red de Buenas Prácticas Ganaderas.
