Evaluación del impacto ambiental

En el contexto global de cambio climático, es urgente establecer estrategias y prácticas productivas que contribuyan a mitigar el cambio climático, es decir, a reducir la intensidad de cambio, reduciendo las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero (GEIs), así como incrementando la tase de remoción de dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera, lo que se conoce también como secuestro de carbono. Dentro de este marco, una de las acciones previstas en el marco de Pasture+, queremos evaluar el impacto ambiental de la ganadería extensiva en las fincas del proyecto.

El equipo de investigación de INDEHESA de la Universidad de Extremadura (UEX), con Gerardo Moreno al frente, está realizando una estimación del potencial de reducción de la huella de carbono a través de prácticas de manejo pastoral regenerativo en diferentes tipologías de ganaderías extensivas. Para ello, se están trabajando con 10 fincas del proyecto, realizando encuestas sobre los sistemas productivos, que junto con el análisis cartográfico, la toma de muestras de suelo, datos propios de la UEX. A partir de la información recopilada, y con apoyo de literatura científica existente,  se pretende evaluar el cambio en la tasa de secuestro anual de carbono y en las emisiones estimadas de GEIs que pueden asociarse a las prácticas regenerativas, y cuantificar cómo repercute en la huella de carbono de las explotaciones ganaderas y sus productos.

La presente newsletter se ha elaborado en base a los informes presentados por la UEX sobre este tema y a ello nos referimos en todo momento.

La Huella de Carbono y su Cálculo

El Cálculo de la huella de carbono (HC) se refiere al cálculo de la totalidad de los GEIs, tales como dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), emitidos por efecto directo o indirecto a lo largo del ciclo completo de producción-transformación-distribución de un producto. El fin del cálculo de la HC es determinar la contribución de un determinado producto al Cambio Climático y se expresa en toneladas de CO2 equivalentes (para sumar en las mismas unidades el potencial de calentamiento de la atmósfera que tienen las moléculas de los diferentes gases de efecto invernadero).

El Análisis de Ciclo de Vida (ACV, también conocido como balance ambiental o balance ecológico), es una herramienta para la evaluación de los impactos ambientales de un producto o servicio durante todas las etapas de su existencia: extracción, producción, distribución, uso y fin de vida. Es uno de los métodos más utilizados para el cálculo del balance de las emisiones de GEIs en las explotaciones ganaderas. 

Existe una tendencia creciente a proponer un cambio radical en la forma en que se atribuyen las emisiones a la ganadería extensiva, y que podría resumirse en la propuesta de que sólo se deberían imputar las emisiones que se evitarían si se excluyera la ganadería extensiva, partiendo del hecho de que gran parte no se evitarían porque es el funcionamiento natural de los ecosistemas en los que pasta esta ganadería. Es decir, se debe establecer el balance de emisiones de los ecosistemas naturales (baseline o línea base), y atribuir al proceso productivo sólo la adiccionalidad (incremento de emisiones sobre esa la línea base). En tanto no se establece la línea base natural y se alcanza un consenso sobre esta propuesta de atribuciones, el cálculo de la HC sí ha empezado a incorporar la contribución de los ecosistemas a la retirada de CO2 de la atmósfera (secuestro de carbono en suelo y vegetación).

Ganadería y Gases de Efecto Invernadero (GEIs)

Seguro que habréis escuchado que la ganadería es frecuentemente señalada como un de los sectores con mayor responsabilidad en las emisiones mundiales de GEIs, especialmente al vacuno y otros rumiantes, por la emisión de metano que producen en su rumen. Tomado en conjunto todos los GEIs, la Agricultura contribuye a la emisión del 11.9% de los GEIs en España, siendo el 77% de ellos atribuidos a la producción ganadera (9.1% de las emisiones nacionales totales). 

Las cifras globales son aún algo más desfavorables, siendo el sector agroalimentario responsable de la emisión de hasta el 26% de las emisiones globales de GEIs, atribuyendo a la ganadería más de la mitad de las mismas (10.9% de las emisiones globales).

Pero, ¿es lo mismo cualquier tipo de ganadería?

Para el cálculo de la HC de productos derivados de los rumiantes es importante poner atención a las posibles emisiones de metano. Este gas se emite derivado del manejo de purines/estiércol y de la digestión entérica de los rumiantes y suele atribuirse un mayor volumen de emisiones a los animales que pastan frente a los estabulados debido a la menor productividad de estos últimos (crecimiento más lento) y al consumo de alimentos menos digestibles. 

En compensación, en el caso de los sistemas extensivos, las emisiones de óxidos de nitrógeno son significativamente menores que en el caso de las producciones ganaderas intensivas ya que estas emisiones se asocian al uso de fertilizantes minerales ligados a la producción de piensos y forrajes en sistemas agrarios intensivos, que consumen en mucha menor proporción el ganado que pasta. Las emisiones de N2O se originan también de forma importante desde los purines y estiércoles, siendo de nuevo un foco de emisión más relevante en la ganadería intensiva que en la extensiva. 

Para tener una visión completa de la HC, además de estimar las emisiones, es necesario computar los equivalentes de CO2 que son secuestrados por el ecosistema a través del sistema suelo-planta, entendiendo que aquellas formas de producción que están ligadas a la conservación de un determinado ecosistema pueden estar jugando un papel positivo en la mitigación del calentamiento global. Hay que tener en cuenta que estos sistemas productivos son necesarios para el mantenimiento de los pastos y sistemas agroforestales cuya capacidad de almacenamiento de carbono es muy relevante. El propio ecosistema actúa como reservorio de carbono; la degradación del mismo podría suponer grandes emisiones de CO2 a la atmósfera. 

A este respecto cabe destacar que buena parte de la ganadería intensiva se sustenta de pienso y forrajes que en muchos casos se producen aún en regiones del  mundo donde se produce deforestación para aumentar la superficie cultivada, con la consiguiente pérdida de CO2 hacía la atmósfera (desde el suelo y por la vegetación eliminada). Y aunque en menor intensidad, el ganado que pasta en el campo también podría contribuir a liberar CO2 desde el ecosistema hacía la atmósfera si no se realiza adecuadamente, y se produce la degradación del sistema suelo-pasto (y vegetación leñosa). De ahí la importancia de planificar bien el pastoreo y utilizar el mismo como herramienta de regeneración del suelo y la vegetación.

A modo de ejemplo, las emisiones de GEIs en la dehesa se sitúan entre 10-15 kg CO2-eq por kg (animal vivo) producido. Estas emisiones parecen estar mayoritariamente compensadas por el secuestro de carbono en pastos y árboles, quedando una HC próxima a la neutralidad. 

Las estimaciones de HC cercanas a la neutralidad (o incluso con huellas favorables) se explican por una elevada tasa de secuestro de carbono que debe ser confirmada, pues se contradice con los resultados que está arrojando la Red Europea LUCAS (del programa COPERNICUS de la Agencia Europea de Medio Ambiente). Esta Red monitoriza periódicamente los cambios en el carbono del suelo, y apunta a que los pastos mediterráneos son actualmente emisores netos de CO2. Por otro lado, estudios recientes apuntan que la introducción de determinadas prácticas regenerativas, como el enriquecimiento en leguminosas de los pastos y el pastoreo rotacional pueden potenciar el secuestro de carbono de la dehesa.

Nuestro papel como consumidores en la Huella Ambiental

Debido a la creciente preocupación por el medio ambiente, existe en la actualidad un volumen significativo de consumidores que quieren contribuir a la conservación y mejora del entorno mediante la compra responsable de sus productos. Ya el estudio “A Mainstream Concern: Global Consumer Research Highlights” (FSC, 2013), mostraba que el calentamiento global y la contaminación son crecientemente considerados de gran importancia por los consumidores. Es por ello que el análisis de ciclo de vida sobre los productos para su valoración medioambiental es una herramienta cada vez más utilizada. El ACV puede ser una buena herramienta para su diferenciación ante el consumidor sensibilizado, posibilitando dar un valor añadido a los productos de la dehesa frente a las producciones más intensivas.

Es nuestra responsabilidad avanzar hacia modelos ganaderos que compatibilicen mejor la productividad con la sostenibilidad.